Para la mayoría de las personas, la búsqueda de un nuevo empleo puede convertirse en un proceso angustiante, sobre todo cuando llega el momento de la entrevista. Y, cuando se trata de tu primer empleo, la presión es todavía mayor. Puedes llegar a sentirte inseguro, como si no tuvieras suficiente que ofrecer para llenar las expectativas del empleador.
Sin embargo, lo que algunos no saben, es que para algunas empresas, la experiencia no es necesariamente una prioridad. Por lo tanto, en vez de preocuparte solo por cómo se ve tu currículum, puedes sacarle provecho a tus puntos fuertes.
Una de las estrategias más usadas durante las entrevistas de trabajo es la de “engordar” el currículum, detallando cada una de las experiencias laborales sin importar qué tan pequeñas sean.
Dependiendo de quién lo mire, esto puede ser bueno o malo. Por un lado, alguien con experiencia debería tener más conocimientos, por lo que podría estar mejor preparado para el puesto. Pero, por el otro lado, surgen interrogantes como: “¿por qué se fue de su antigüo trabajo?”, “¿por qué cambia de trabajo tan a menudo?” o “¿será posible que se adapte a nuestra empresa luego de tanto tiempo trabajando en otro lugar?”.
En otras palabras, podrías usar tu falta de experiencia a tu favor. Puedes destacar que, al estar comenzando tu aventura por el mundo laboral, tienes mayor disposición a adquirir nuevos conocimientos y adaptarte a los mecanismos de la empresa. Además, el entusiasmo de alguien que está trabajando por primera vez es incomparable.
Cabe destacar que no se trata de mostrar sumisión total. Esto debe estar acompañado de una personalidad fuerte y segura de sí misma.
Dicho lo anterior, el proceso de reclutamiento pareciera ser pan comido. Sin embargo, existen otros aspectos en los que tendrás que poner mucho esfuerzo para garantizar el éxito. Estos son los más importantes:
● Haz una previa investigación sobre la empresa. Siempre es recomendable tener por lo menos una noción de la jerarquía de la compañía, a qué se dedica específicamente, si existen quejas de parte de sus trabajadores, etc.
● Vístete de acuerdo a la ocasión, tomando en cuenta el tipo de trabajo. No es lo mismo ir a una entrevista para un cargo de oficina que a una para un puesto como cajero de una tienda. En cualquiera de los casos, asegúrate de tener buena higiene y ropa en buen estado.
● Sé puntual. Es imprescindible dar una buena impresión, por lo que llegar tarde podría ser un pequeño error con grandes consecuencias.
● Relájate durante unas horas antes de acudir al lugar. Deshacerte por completo del nerviosismo puede ser imposible, pero lo puedes reducir al máximo si tomas un tiempo para ti haciendo actividades que calmen tu mente. Por ejemplo, meditar, tomarse una ducha caliente, dibujar, escribir en un diario.
● Por último, y quizás lo más importante, prepararte para la entrevista. Esto engloba, practicar las respuestas a las posibles preguntas, ensayar frente al espejo y trabajar en tu lenguaje corporal.
Ahora sí, vamos a la práctica. Aunque cada empleador es distinto, hay algunas preguntas típicas que tienen la finalidad de conocerte mejor, ver tu potencial y definir si sería beneficioso para la empresa contratarte.
Aquí te dejamos las más comunes junto con alternativas para responderlas:
O “háblame de ti”. Para alguien sin experiencia, puede parecer abrumador, pero tiene su truco.
Puedes comenzar diciendo algunas características positivas sobre ti, aquellas que puedan influir en tu productividad y compañerismo. Por ejemplo: “soy una persona inteligente, carismática, aprendo bastante rápido y tiendo a llevarme muy bien con las personas a mi alrededor”.
Finaliza hablando sobre tus logros académicos (título universitario, los estudios que estás cursando o algún curso relevante que hayas hecho) para demostrar que, aunque aún no cuentas con experiencia, si tienes conocimientos en el área.
Esta es tu oportunidad para demostrar tu previa investigación. Evidentemente, deberás destacar lo positivo que hayas averiguado.
Recomendamos que la respuesta a esta pregunta sea lo más específica posible, con nombres e información precisa.
Aunque esta pregunta no pareciera tener mucho que ver con el tema, es en realidad una estrategia para conocer qué habilidades has podido obtener de aquello que te apasiona.
Por ejemplo, si tu hobby es leer, seguramente te ha ayudado a mejorar la capacidad de razonamiento, redacción, ortografía… Elige bien los pasatiempos que quieres nombrar y destaca cómo te han beneficiado.
En vez de intentar tomar una virtud y hacerla pasar como defecto, opta por elegir honestamente una pequeña debilidad que no afecte al área laboral. Por ejemplo: “tomo café tres veces al día”.
Hablar con sinceridad será más apreciado que intentar hacerte ver como alguien perfecto.